De nuestro colaborador Juan Ruiz, el día 13 de marzo de 2011
Quisiera agradecer, en primer lugar, al Presidente del Consejo General de Hermandades por su ofrecimiento a colaborar en este blog que, sin duda, se convertirá en una herramienta interactiva para informar, enriquecer y divulgar nuestra Semana Santa. Pues este sitio web se convierte en un fiel reflejo de la dedicación de un buen número de personas que participan activamente en la organización y mejora de todas y cada una de nuestras hermandades y, como no, en sus estaciones de penitencia.
Para mi primera colaboración, quiero compartir con todos vosotros un artículo que ya se publicó en mi blog, “Escribanías, de Juan Ruiz”. Espero que os guste…
RECUERDOS DE UN CHIQUILLO
"Mi infancia son recuerdos...", así comenzaba el poema del maestro Machado y así empieza el relato de este chiquillo que aún conserva ese brillo de inocencia en su mirada cuando nos habla de sus vivencias en Semana Santa.
"" Mi infancia son recuerdos de de mil cosas, de mil sabores y mil olores, de mil vivencias y mil sentimientos. Mi infancia son recuerdos a la llegada de la primavera, recuerdos de olor a canela y ajonjolí de esos dulces típicos que se amasaban días antes de Semana Santa. Olores tan propios que difícilmente se olvidan, olor a naftalina cuando mi madre sacaba las túnicas de penitentes para prepararlas un año más; olor a cera quemada envuelta en finos aromas de incienso, flor de azahar y perfumes de claveles. Recuerdos de sones de marchas procesionales que aprendía casi de memoria, sonido seco del golpe de un llamador que tantas veces obedecí bajo mi hombro o mi costal, silencio de corneta que erizaba el vello, redoble de ese tambor que también siendo niño fue compañero. Recuerdos de miradas que bajo un antifaz desfilaban lenta y misteriosamente; miradas del gentío clavadas en la cara de su Virgen como esos puñales que le atraviesan su corazón; miradas de dolor y sufrimiento de ese Hombre que muere en la cruz; miradas de niños que, sin comprender muy bien lo que pasa, no quieren perderse bajo su llanto ni un solo detalle. Recuerdos de esa saeta rota de Nicolás en la puerta de su casa,...
Recuerdo esos días como días de gran ajetreo, de prepararlo todo para que todo estuviera listo, de entregarlo todo para poder disfrutarlo, de apurar hasta el último momento porque ese ya no se repetía. Recuerdos que año tras año, como una buena tradición, retornaban; recuerdos de ver a esa persona tan especial vestida de mantilla, recuerdos bajo mi antifaz de penitente rojo, recuerdos en la tarde del prendimiento bajo el papel de Caifás, recuerdos de un joven romano, recuerdos de esa levantá dedicada, de ese abrazo fundido y de esa lágrima que se derrama; recuerdos, recuerdos, recuerdos..
Y mientras tanto nuestras calles se convertían en la nueva Jerusalén recibiendo a Jesús para luego maltratarlo y acabar con su vida""
"" Mi infancia son recuerdos de de mil cosas, de mil sabores y mil olores, de mil vivencias y mil sentimientos. Mi infancia son recuerdos a la llegada de la primavera, recuerdos de olor a canela y ajonjolí de esos dulces típicos que se amasaban días antes de Semana Santa. Olores tan propios que difícilmente se olvidan, olor a naftalina cuando mi madre sacaba las túnicas de penitentes para prepararlas un año más; olor a cera quemada envuelta en finos aromas de incienso, flor de azahar y perfumes de claveles. Recuerdos de sones de marchas procesionales que aprendía casi de memoria, sonido seco del golpe de un llamador que tantas veces obedecí bajo mi hombro o mi costal, silencio de corneta que erizaba el vello, redoble de ese tambor que también siendo niño fue compañero. Recuerdos de miradas que bajo un antifaz desfilaban lenta y misteriosamente; miradas del gentío clavadas en la cara de su Virgen como esos puñales que le atraviesan su corazón; miradas de dolor y sufrimiento de ese Hombre que muere en la cruz; miradas de niños que, sin comprender muy bien lo que pasa, no quieren perderse bajo su llanto ni un solo detalle. Recuerdos de esa saeta rota de Nicolás en la puerta de su casa,...
Recuerdo esos días como días de gran ajetreo, de prepararlo todo para que todo estuviera listo, de entregarlo todo para poder disfrutarlo, de apurar hasta el último momento porque ese ya no se repetía. Recuerdos que año tras año, como una buena tradición, retornaban; recuerdos de ver a esa persona tan especial vestida de mantilla, recuerdos bajo mi antifaz de penitente rojo, recuerdos en la tarde del prendimiento bajo el papel de Caifás, recuerdos de un joven romano, recuerdos de esa levantá dedicada, de ese abrazo fundido y de esa lágrima que se derrama; recuerdos, recuerdos, recuerdos..
Y mientras tanto nuestras calles se convertían en la nueva Jerusalén recibiendo a Jesús para luego maltratarlo y acabar con su vida""
Publicado en “Escribanías, de Juan Ruiz” con fecha 22/03/2010
www.escribaniasdejuanruiz.blogspot.com
De nuestro colaborador Juan Ruiz, el día 10 de Abril de 2011
Hoy hemos sido testigos de un pregón equilibrado, con tintes clásicos, cercano y sincero. Su pregonero nos ha regalado emocionantes exaltaciones a nuestra Semana Santa, se ha mostrado con temple y estilo, decidido en su discurso y con ciertos temblores en su voz, motivados por su emoción, que han hecho su elocución mucho más personal y vibrante. Antonio Dorado, como no podía ser de otra manera, ha cubierto las expectativas de un buen pregonero, sin caer en los mitos raídos, pero teniendo como base su buena tradición cofrade. Han sido momentos que ya forman parte de la historia semana santera de nuetro pueblo, palabras, suspiros, sones y estampas de un Domingo de Pasión que amanecía radiante, que rebosaba primavera, que evocaba sentimientos y olía al primer incienso de nuestra Semana Mayor.
El pregonero se ha mostrado agradecido con la vida, especialmente con su familia, su mejor sustento, abriendo su corazón cofrade al pueblo, como pocas personas son capaces de hacerlo, sin complejos, agradecido por su trayectoria humana y personal, su vinculación con el mundo cofrade badolatoseño y, como no, con su Hermandad, a la que ha dedicado gran parte de su palabra.
Cofrade, penitente, costalero y pregonero,... qué mejor manera de expresar, divulgar y exaltar la pasión, muerte y resurección de Ntro. Señor. Badolatosa hoy ha seguido con esta noble tradición. Gracias Antonio por tus palabras y tantas evocaciones...
"Una nueva cuaresma…"
¡Cómo pasa el
tiempo! Hace unos días estábamos desmontando el Belén y casi sin darnos cuenta
estamos de nuevo en días de Cuaresma. Las hermandades aceleran sus trabajos y
la antesala de los días de Pasión llegan con ese embrujo de siempre con el que
disfrutaremos de los primeros olores a incienso, los primeros sones de marchas,
tertulias cofrades en los cuartelillos y la misma, la misma de ilusión de
siempre. La familia cofrade de nuestras Hermandades y Cofradías preparan sus
últimos detalles y se configura estos
días un nuevo calendario que, curiosamente, contamos hacia atrás porque ya son
muchas ganas de poder ver por nuestras calles a nuestros Titulares. Serán días
de ensayos de costaleros, de reuniones de hermandades, de nuevo cartel de
Semana Santa, de preparar túnicas y capas, de certamen de bandas… Será una
nueva Cuaresma.
La
hermosa estampa de nuestra “Borriquita”
será este año la imagen de nuestra Semana Santa y hasta ese día, hasta el
Domingo de Ramos, cuarenta días para preparar la conmemoración más importante
para la fe cristiana: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Días en el
que faltan horas para hacer de nuestros pasos, el mejor de los altares vivos y
seguir mostrando a nuestro pueblo esa forma tan peculiar que tenemos en el sur
de evangelización, paseando por nuestras
calles a nuestros Cristos y nuestras Vírgenes. Y mientras todo se va
preparando, seguiremos disfrutando de esas noches de Cuaresma en ambientes
cofrades y de nuevo, y otra vez casi sin darnos cuenta, estaremos a las puertas
de nuestra Iglesia para ver cómo Jesús y su Santísima Madre nos acompañan una
vez más a la llegada de la primavera en esta hermosa tradición.
Una semana
antes que las puertas de esa bendita casa se abran para dar paso a la Semana Mayor,
este que ahora os escribe tendrá la gran responsabilidad de pregonar tantos
sentimientos y recuerdos en torno a la Semana Santa de nuestro pueblo.
Entonces, en ese Domingo de Pasión, detrás de un atril bajo las plantas de
Nuestra Patrona, serán tantas las cosas que se me pasen por mi cabeza y vibren
en mi corazón, que solo tendré palabras de agradecimiento por haber sentido una
vez más una nueva Cuaresma y estar casi rozando un año más, una nueva Semana
Santa. Allí, entre nervios y emociones, quiero presentarme como un cofrade más
que siente con fervor las formas y maneras que este pueblo nuestro tiene de conmemorar los últimos días de nuestro
Señor.
Será entonces
pues, una nueva Cuaresma. Pero en esta ocasión para mí, no una Cuaresma
cualquiera.
MIRADAS
Desde pequeño siempre me ha llamado la atención las miradas de
las personas. Soy de los que piensa que en ellas se encierra gran parte de la
personalidad de uno mismo y son reflejo de nuestra propia esencia. Hay miradas
desafiantes y sinceras, otras profundas o preocupadas, optimistas, llenas de
luz, apagadas o simplemente tristes. Existen miradas dulces, egoístas y miradas llenas de amor. Miradas que cobran un interés especial durante estos días de Semana Santa en los que dirigimos
nuestra vista a Nuestras Imágenes, convirtiéndose así en el centro de atención de cientos de ellas.
Mirada aquella
inocente de Jesús a lomo de su borriquita, preocupada la
del Nazareno cautivo la noche del Jueves Santo, mirada de desconsuelo de
Nuestra Virgen de los Dolores, aquella otra que tanta agonía encierra nuestro Cristo o la mirada repleta de esperanza que luce el
Resucitado triunfante. Pero entre todas las miradas son especialmente
llamativas aquellas anónimas que durante estos días van bajo la tela de un capirote sin importar el color. Aquellas
miradas que tienen un buen puñado de razones y motivos para acompañar, año tras año, a su Cristo o
a su Virgen en su Estación de Penitencia cada primavera. Miradas
que quedan alumbradas por la luz de una cera derramada que se derrite como si
de lágrimas se tratara. Miradas que se emocionan por tan bellas estampas que
se sienten y se viven en nuestras calles y nuestras plazas; miradas de devoción, fe y tradición. Miradas de cientos de penitente o
" capiruchos", como aquí llamamos, que muestran la forma especial que tenemos de
conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. Ojalá esas miradas
sean una muestra sincera de amor...
Juan Ruiz
Zambrana